Gentileza de postaporteña
Uruguay :7 años de progresismo...UNA CARRERA PERDIDA
periódico En Lucha Nº 4, editorial/ febrero-marzo 2012
Como todos los 1º de marzo el rito institucional se repite. Dando continuidad a las buenas costumbres del “orden democrático”.
El jefe de Estado presenta al Poder Legislativo su “Memoria Anual”. Es decir, el balance de gestión. Por segunda vez le tocó a José Mujica. El grueso documento muestra un tedioso parecido con el anterior. Destaca la importancia de las “políticas de Estado” y el “manejo profesional” de la economía.
Si bien admite que algunas transformaciones parecen “demoradas” -debido a que prefiere realizarlas “con la participación de todos los actores”-, pone énfasis en un punto: se están “profundizando los cambios sociales”. Sobre todo en materia de salarios, empleo y políticas asistenciales.
Su discurso trasmitido por Cadena Nacional fue un calco de la “Memoria”. Aunque resumida en poco más de ocho minutos.
Allí, el jefe tupamaro convertido al “republicanismo”, resaltó los logros de su gobierno, repartió agradecimientos y, nuevamente, volvió a rasgarse la vestidura: “Los indicadores que el país presenta son, largamente, los mejores de su historia y nunca hemos tenido tanto. Por lo tanto, mucho más nos duele lo mucho que nos falta en esta carrera infinita y eterna por la justicia social y por la libertad. Y el primero en reconocerlo es el Gobierno”.
Ya es una constante del discurso oficial. Y en el de sus adictos. Sean políticos o sindicalistas, periodistas o intelectuales.
El país atraviesa un período de “bonanza económica”. Sin precedentes en la historia reciente. Las exportaciones crecen, la inversión extranjera aumenta, el FMI elogia el manejo de la deuda externa, el Banco Mundial y el BID apoyan (y en gran parte financian) los planes sociales y las “reformas” (liberales y de mercado) en el Estado. Los ricos y la “nueva clase media” consumen sin freno.
El ingreso de los hogares más pobres mejora. Los salarios y jubilaciones aumentan. Estamos casi en el “pleno empleo”. Es la prueba definitiva a favor de la “cultura de gobierno”. El Frente Amplio asegura mejor que nadie el funcionamiento de “un capitalismo en serio”.
Aunque al presidente le “duela” todo lo que le falta a “esa multitud silenciosa de trabajadores”. Porque el “nunca hemos tenido tanto” tiene sus brutales contrastes. Bastaría con citar algunos datos -provistos por instituciones oficiales o amigas del gobierno- para registrar la dramática realidad de los que no se benefician del festín.
Un 56% de la fuerza laboral empleada (813.000) ganando menos de $10.000 al mes; 31% de las personas que trabajan (470.000) con “empleo precario” o en “negro”; la inmensa mayoría de los jubilados cobrando menos de $ 9.500 mensuales; una masa salarial que, pese la publicitada “recuperación”, apenas llega al 20% del PIB, lo que significa que la porción mayor de la torta (riqueza nacional) se la comen los patrones, el Estado…y los “acreedores” internacionales.
El gobierno resalta sus programas sociales y el monto que destina en transferencias monetarias a la "población vulnerable".
Sin embargo, el paisaje de pobreza se extiende. Más de 290.000 personas viviendo en asentamientos y “ocupaciones ilegales”; unas 18.000 personas sobreviviendo de la clasificación de basura; casi 80.000 niños (entre 5 y 14 años) explotados en labores “consideradas peligrosas”; el 40% de los niños de Montevideo en condiciones de “pobreza extrema”; un 11% de la población total del país (350.000 personas) en situación de “emergencia alimentaria”, según el INDA.
Decir que el Frente Amplio es una fuerza del régimen político de dominación no es descubrir la pólvora. Allí está para demostrarlo su apego a la “gobernabilidad” y a toda la inmundicia heredada de blancos y colorados: la politiquería, el cretinismo parlamentario, el clientelismo, la corrupción, la impunidad.
Afirmar que su gobierno tiene como función esencial asegurar la acumulación y la reproducción del capital, tampoco es novedad. Bastaría con recordar que las tasas de aportes patronales son las más bajas del Mercosur (7,5%) y una de las más bajas del mundo. Mientras que la carga impositiva que soportan los trabajadores es cada vez más alta. Dicho de un modo más revelador: en el “país productivo” el trabajo subsidia al capital.
No obstante, recurrir a la propia “Memoria anual” del jefe de Estado tiene un cierto valor, pues confirma el balance incontestable de estos siete años de progresismo: la “carrera infinita y eterna por la justicia social y por la libertad”, continuará siendo…infinita y eterna.
Una carrera perdida. Imposible de ganar. Porque la esencia (capitalista) del programa progresista es incompatible con cualquier proyecto democrático de justicia social.
En la tradición del socialismo revolucionario ese postulado humanista, liberador e igualitario se resume así: "de cada cual según su posibilidad, a cada cual según sus necesidades". Y eso se conquista mediante, la organización, la resistencia y la lucha revolucionaria de la clase trabajadora.
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